Carod Rovira ha justificado el voto negativo de ERC al nuevo estatuto catalán con la siguiente fórmula: «demasiados boicots para este resultado». Mi afán justiciero me obliga a recordar que el primero en hablar de boicots fue él mismo, proponiendo uno contra la candidatura olímpica de Madrid. La disculpa de que se sirvió más tarde frente a las justificadas críticas, que sólo repetía lo que «los catalanes» pensaban en privado, habría sido chistosa en circunstancias más felices.
Es un caso bien curioso. Cuando se le entrevista, encontramos una persona ponderada, de vocabulario tranquilo, voz pausada y razones fuertes pero defendidas con calma. Sin embargo, se trata del mismo que negoció una tregua catalonian way con ETA, instalándose así por derecho propio en la galería de políticos irresponsables en compañía de Arzalluz, Martínez Pujalte, Zaplana, Carmen Calvo et alii. El mismo a quien sus principios partidarios le obligaron a consumar dificultades diplomáticas (líos con las banderitas) y a posar desenfadadamente bromeando con una corona de espinas… La lástima es que su credibilidad social parece sobrepasar su torpeza y su afán de protagonismo: la gente te mira raro cuando lo criticas.
Ah, querido blog, cuánta falta me haces…
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