Hoy una compañera de trabajo me ha designado, en presencia de otros dos compañeros, como «cerdo», «maleducado», «sinvergüenza» y otros calificativos entre los que creo recordar «cabrón». Esta forma de expresarse viene a indicar perfectamente lo enrarecido del clima laboral en el que tengo que navegar y llegar a las componendas que tenga a mi alcance. Un matiz y dos preguntas:
(El pato cojo) Como resultado de un concurso de traslados a punto de resolverse, lo más probable es que pronto tenga que abandonar el puesto de trabajo que ahora ocupo. Se trata de un puesto de cierta responsabilidad, la justa para que haya dos categorías profesionales por debajo de la mía y, en principio, esperando mis instrucciones. A una de estas dos categorías pertenecía la encantadora persona que ha declarado este alto concepto de mí. Una compañera que, entre otras cosas, interpreta mi futura marcha como una pérdida de autoridad, y que aprovecha la oportunidad para reprocharme así un apercibimiento que hube de hacerle (en privado y en términos francamente correctos) en noviembre del año pasado. Ya tengo dicho en otra parte que las deudas siempre se pagan.
En los Estados Unidos se llama lame duck o "pato cojo" al presidente que está a punto de concluir su segunda y última legislatura. Su autoridad se evapora poco a poco, y cada vez es más contestado e ignorado: importa más a los subordinados llegar en buena situación simbólica o material al final de la legislatura actual o, preferiblemente, al inicio de la próxima. A menudo me veo como un miembro de esta rara especie.
(Una pregunta revolucionaria) ¿Qué hacer?
(La duda inevitable) ¿Habré dado algún motivo, por ínfimo que pueda parecer, para que alguien piense así de mí?
Hazte el loco, con tu formación no te resultará difícil.
ResponderEliminarQuiero decir, que hagas como que te sale espuma de la boca, te da un tic y empiezas a soltar risotadas extemporaneas. Si no se acojona con eso abrázala, bésala y llámala hermana.
De nada.
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