Hoy he enseñado a mis hijos un número de Les Luthiers. Porque no han de heredar sólo los defectos.
miércoles, 30 de marzo de 2016
lunes, 28 de marzo de 2016
lunes, 21 de marzo de 2016
Cuatro notas políticas
1- Es imposible que Mariano Rajoy no sepa que ya no puede aspirar a repetir como Presidente.
2- Probablemente, algún miembro sensato del PSOE estará explicándole a Pedro Sánchez por qué el Primer Ministro de un país que debate a cada momento el monto y condiciones de su rescate con, entre otros, España, no está en condiciones de entrometerse en la política interna de esos países.
3- Albert Rivera debería desconfiar de las encuestas. Como se ha demostrado una vez tras otra, todas mienten.
4- Los militantes de Podemos se habrán sentido bastante estúpidos al leer la carta que su líder les dirige, rematada en estos términos: "os quiero". Lo cual, en otras palabras, es decirles: "os exijo que me queráis". ≈
2- Probablemente, algún miembro sensato del PSOE estará explicándole a Pedro Sánchez por qué el Primer Ministro de un país que debate a cada momento el monto y condiciones de su rescate con, entre otros, España, no está en condiciones de entrometerse en la política interna de esos países.
3- Albert Rivera debería desconfiar de las encuestas. Como se ha demostrado una vez tras otra, todas mienten.
4- Los militantes de Podemos se habrán sentido bastante estúpidos al leer la carta que su líder les dirige, rematada en estos términos: "os quiero". Lo cual, en otras palabras, es decirles: "os exijo que me queráis". ≈
lunes, 7 de marzo de 2016
Cándido en el siglo XXI
Agradeceremos
al Comité del Nobel que nos haya presentado a Svetlana Alexievich.
En esta conferencia repasa su trabajo recogiendo los testimonios de
supervivientes de atrocidades muy próximas y muy propensas a ser
olvidadas. Uno ha leído a Primo Levi, a Solzhenitsin, ha estudiado
con atención el monólogo del rey Macbeth ante la muerte de su
esposa («all our yesterdays
have lighted fools / The way to dusty death»);
aun así, resulta difícil encontrar un término de comparación, una
negrura existencial como la de este ruego: «mamá,
por favor, no me ahogues. No volveré a pedirte comida». Las circunstancias de la escena están explicadas en la conferencia. Alexievich conoció a esa madre, estigmatizada durante décadas en su
pueblo, y le dio un abrazo. ¿Qué iba a hacer si no?
Pero
lo que convierte a esta cronista en alguien extraordinario es
su manera de remontarse desde los hechos y sacar conclusiones como
ésta:
«Cuando
hablo con los jóvenes, les digo que toda nuestra esperanza está
depositada en ellos, en las nuevas generaciones que están por venir.
Y les pido que no se conviertan en revolucionarios profesionales, que
estudien lenguas, que viajen, que reflexionen, que aprendan un oficio
o adquieran una profesión. Porque llegarán nuevos tiempos y otra
vez nos faltarán profesionales. (...) [En Bielorrusia] no se luchó
para recuperar la libertad y, como resultado del desmoronamiento del
imperio, se la encontraron como si se tratara de un regalo. ¿Y qué
hicimos con la libertad? No supimos manejarla. No teníamos políticos
ni economistas profesionales»
Al
llegar a estas líneas me resultó inevitable recordar la conclusión
de Cándido cuando, después de que él y sus amigos hubieran sido
atropellados por guerras, esclavitudes, maremotos, enfermedades,
ejecuciones, et
cætera,
recalan en su alquería y le dice a Pangloss: vuestra filosofía está
muy bien, pero hay que cultivar el jardín.
Y
no hay más que añadir. ≈
miércoles, 2 de marzo de 2016
El mito del votante escarmentado
El deplorable discurso de investidura del candidato Sánchez consiguió reafirmarme en dos puntos. El primero, la pésima impresión que me había formado del sujeto en el célebre debate contra Rajoy.
El segundo sirve cuando un político cree su obligación hacer promesas a tontas y a locas: entonces la obligación del votante es no creerle. ≈
El segundo sirve cuando un político cree su obligación hacer promesas a tontas y a locas: entonces la obligación del votante es no creerle. ≈
martes, 1 de marzo de 2016
La tumba de la inteligencia
Elena Mengual ha publicado un buen artículo en El Mundo acerca de los linchamientos digitales que se dan en las redes contra los señalados, a cuenta de debilidades patentes o supuestas, por el capricho de la masa. Una característica notable de estos procesos es que, mientras la identidad de las víctimas siempre está disponible, sus agresores suelen ser anónimos, lo que ayuda a catalizar el ataque y a desencadenar una conducta de masas.
No es sólo cuestión de anonimato. En las redes sociales, y especialmente en Twitter, se tiende a emitir mensajes espontáneos y poco meditados, así como a premiar las expresiones breves y presuntamente divertidas; el resultado puede ser la polarización, la falta de matices y un efecto acumulativo y concentrado que puede ser devastador para el objeto de la atención de la manada. Tal vez quien responde con una gracia de ciento cuarenta caracteres a una metedura de pata o a una expresión risible crea que no causa un daño palpable; ¿podría asegurar lo mismo cuando su mensaje es uno más entre doscientos de parecido tenor?
Twitter no fue creado para ofender a nadie. Según nos cuentan, se hizo como medio para comunicarse con amigos y seguidores con mensajes personales, superficiales e inmediatos: su naturaleza era la intrascendencia. Pero los instrumentos acaban sirviendo para fines imprevistos, no siempre los más adecuados. Si bien puede ser útil que los usuarios twitteen enlaces a noticias interesantes, no parece que podamos esperar gran cosa de, digamos, opiniones políticas que quepan en un formato tan ceñido. Con frecuencia, usos como éstos resultan en las pataletas y las agresiones verbales a las que nos estamos acostumbrando.
No siempre las víctimas de los desaprensivos «se lo buscan»: a Guillermo Zapata le pareció divertido divulgar chistes en los que vejaba de un solo golpe a Irene Villa y a las víctimas de los asesinatos de Alcàsser. Como es natural, le sacaron los colores en el momento menos conveniente, cuando iba a convertirse en el concejal Zapata. Curiosamente, su partido considera que un sujeto así puede ocupar un cargo público. Y el juez Santiago Pedraz, después de que la interesada afirmara no sentirse agraviada por esos chistes, dictaminó que no cabía penar ofensa alguna.
A este respecto, Irene Villa dice lo siguiente:
Uno es escéptico respecto a Twitter. Como medio de comunicación, es perfecto para aburrir a los seguidores con selfies insustanciales y fotos de las tapas que se van a ingerir. Fuera de esto, cuando se pretende usar como canal para expresiones más trascendentes, degenera rápidamente en lo que Cayetana Álvarez de Toledo llamó memorablemente «un vertedero, la tumba de la inteligencia». Lo cual, dicho sea de paso, es un tweet paradigmático. ≈
No es sólo cuestión de anonimato. En las redes sociales, y especialmente en Twitter, se tiende a emitir mensajes espontáneos y poco meditados, así como a premiar las expresiones breves y presuntamente divertidas; el resultado puede ser la polarización, la falta de matices y un efecto acumulativo y concentrado que puede ser devastador para el objeto de la atención de la manada. Tal vez quien responde con una gracia de ciento cuarenta caracteres a una metedura de pata o a una expresión risible crea que no causa un daño palpable; ¿podría asegurar lo mismo cuando su mensaje es uno más entre doscientos de parecido tenor?
Twitter no fue creado para ofender a nadie. Según nos cuentan, se hizo como medio para comunicarse con amigos y seguidores con mensajes personales, superficiales e inmediatos: su naturaleza era la intrascendencia. Pero los instrumentos acaban sirviendo para fines imprevistos, no siempre los más adecuados. Si bien puede ser útil que los usuarios twitteen enlaces a noticias interesantes, no parece que podamos esperar gran cosa de, digamos, opiniones políticas que quepan en un formato tan ceñido. Con frecuencia, usos como éstos resultan en las pataletas y las agresiones verbales a las que nos estamos acostumbrando.
No siempre las víctimas de los desaprensivos «se lo buscan»: a Guillermo Zapata le pareció divertido divulgar chistes en los que vejaba de un solo golpe a Irene Villa y a las víctimas de los asesinatos de Alcàsser. Como es natural, le sacaron los colores en el momento menos conveniente, cuando iba a convertirse en el concejal Zapata. Curiosamente, su partido considera que un sujeto así puede ocupar un cargo público. Y el juez Santiago Pedraz, después de que la interesada afirmara no sentirse agraviada por esos chistes, dictaminó que no cabía penar ofensa alguna.
A este respecto, Irene Villa dice lo siguiente:
«Creo que cuando tienes asumido y aceptado en lo más profundo de tu interior tu situación y tu cuerpo, no hay nada que pueda hacerte sufrir o sentirte vulnerable, y mucho menos un chiste, y mucho menos por esta gente que tiene tiempo para reírse de los demás o exaltar la violencia o mofarse del dolor del otro. (…) No hace daño el que quiere, sino el que puede. Y ellos no solamente no pueden, sino que se retratan en sus propios mensajes»
Palabras que completan su declaración judicial y ponen en razón las cosas. Bien lo podría haber dicho así: «a mí no me ofenden esos tweets, lo cual no me impide juzgarlos como una canallada». La ofensa a las víctimas no reside en que éstas se sientan peor por un chiste, sino en que se use su particular desgracia para rebajarlas a meros objetos humorísticos. Pero el ambiente era el que era, y el prudente juez no quiso preguntar a los deudos de las asesinadas de Alcàsser, no fueran a resultar más inoportunos que la flemática Villa...Uno es escéptico respecto a Twitter. Como medio de comunicación, es perfecto para aburrir a los seguidores con selfies insustanciales y fotos de las tapas que se van a ingerir. Fuera de esto, cuando se pretende usar como canal para expresiones más trascendentes, degenera rápidamente en lo que Cayetana Álvarez de Toledo llamó memorablemente «un vertedero, la tumba de la inteligencia». Lo cual, dicho sea de paso, es un tweet paradigmático. ≈