lunes, 16 de abril de 2018

El problema de Spielberg

Con el paso del tiempo me voy convenciendo de que Steven Spielberg tiene miedo a convertirse en un cineasta obsoleto. Ese temor explica sus equivocaciones (Amistad, Tintín, el cuarto y lamentable Indiana Jones), que alterna con películas excelentes, como Atrápame si puedes o Lincoln. Ready Player One es un jalón más entre sus realizaciones más débiles.

Uno de los alicientes que Spielberg siempre nos ha brindado es el de ser uno de los directores con mayor sentido visual; y atención, que hablamos del arte de Welles, Ford y Lean. Su alta exigencia en la composición de planos se ve dañada por una calidad de imagen que no resiste el visionado en pantalla grande. RPO tiene algunos de los planos en matte más vergonzosos de su filmografía (junto con el último Indy). Por no hablar del falso grano de las imágenes diurnas. Es un profundo misterio la participación de Janusz Kamiński en semejante dislate. Y me pregunto si en formato digital se sigue hablando de etalonaje.

Una idea en la que insisto con frecuencia: el cine es montaje. Con el advenimiento del medio digital se pueden hacer fastuosos planos secuencia, ya lo sé, pero eso no los convierte en la mejor solución si no tienen un propósito narrativo claro. Spielberg cae una y otra vez (ay, ese Tintín…) en la trampa de Zemeckis y de ostentaciones al estilo de Atomic Blonde. Sin conseguir nada.

Las escenas de acción, centradas en la aparición de elementos sorprendentes y tremendos, están planteadas con una completa carencia de emoción. Ponga usted imágenes de un DeLorean a toda velocidad y añada digitalmente lo que quiera: Kong dando puñetazos, un Tiranosaurio de dimensiones kaiju, cientos de otros vehículos dando tumbos y, si quiere, hasta una lluvia de meteoritos. Ya se sabe que ahora todo es posible. Sin embargo, el espectador nota que todas esas vicisitudes son sobrevenidas, torpes interpolaciones puestas para que parezca que pasa algo que en realidad no supone riesgo alguno para el protagonista de la escena. Como los peligros nunca llegan a ser auténticos peligros, es imposible meterse en la piel de un personaje cuyos esfuerzos y sobresaltos se nos hurtan. Compárese la aparatosa escena de la carrera en RPO con la persecución de las bicicletas en ET y, creo, se entenderá lo que quiero decir.

El manejo de las numerosas referencias es tosco. Por ejemplo, la secuencia de El resplandor es tan refractaria al estilo y al espíritu de la película original que más valdría haber utilizado cualquier slasher o alguna de zombies. Es un error de un tamaño que hace que parezca pequeño el de convertir al gigante de hierro en una máquina de guerra (y espero que se entienda que el gigante de hierro deja de ser una máquina de guerra, que no hay que explicarlo todo, creo yo).

Qué trama, señores. El protagonista vive en una especie de favela en Columbus, Ohio. Gracias al sistema de realidad virtual OASIS participa en una especie de universo paralelo junto a jugadores de todo el mundo. Así, Parzival se hace con una cuadrilla de amigos virtuales a los que, como es natural, no conoce en el mundo real. Pero, ay los guionistas, todos acaban por encontrarse —incluyendo al villano— en carne mortal y resulta que todos viven en Columbus, Ohio. O en el pueblo de al lado, que para el caso es lo mismo. El mundo es un pañuelo. No: el mundo es Columbus, Ohio.

Pues vale, la partida del Player One no ha sido gran cosa. A ver si el Player Two lo hace mejor.

martes, 31 de octubre de 2017

Hipótesis

Antes que reglas de conducta y pensamiento, los valores son formulaciones a posteriori, instrumentos creados para comunicarnos con los demás.

viernes, 27 de octubre de 2017

Independència!

El pasmo cuando escucho que quieren la creación de un nuevo estado porque en España gobierna Mariano Rajoy.

lunes, 2 de octubre de 2017

Así están las cosas

Convengo en que la razón histórica no está de parte de las fábulas nacionalistas sobre la Corona de Aragón, la Guerra de Sucesión o la proclamación de Companys; en que han sostenido sus reivindicaciones en infundios sobre un presunto expolio a la próspera Cataluña y en caracterizar al pueblo español como vulgar, inculto y retrógrado; en que se han empeñado a fondo durante los últimos treinta años en el adoctrinamiento desde púlpitos, escuelas, cátedras, platós y redacciones; en que el último impulso independentista sólo ha emergido con la crisis económica, la presión de los extremistas y las prisas de evitarle la cárcel a la familia de ese padre de la patria, Jordi Pujol.

También estoy de acuerdo en condenar la desidia de los sucesivos gobiernos de la nación española, prestos a otorgar a perpetuidad competencias y fondos a cambio de apoyos coyunturales; en señalar la doblez de los que sólo plantaron cara al nacionalismo cuando disponían de mayorías absolutas o cuando ya no tenían responsabilidades de gobierno; en denunciar las irresponsables promesas de “aprobar el estatuto que salga del Parlament de Cataluña”, sostenidas luego a costa de tensar hasta lo insoportable la estructura institucional del estado; en reprochar la ciega confianza en que las proclamas nacionalistas de tantos años no iban a transformarse en actos.

Pero ya es tarde. La mejor lección que tal vez se pueda entresacar de los acontecimientos de estos días es que una nación siempre precisa de principios eficientes, por abstractos que sean, y de un relato fundacional, de un mito si se quiere. Para constituir una nación, Ernest Renan daba al común “rico legado de recuerdos” tanta importancia como al deseo de vivir juntos. Así, Gran Bretaña se diría regida por un hilo dinástico que conectaría a Churchill con Isambard Kingdom Brunel, Shakespeare, Isabel I y el Rey Arturo. En Estados Unidos cualquier escolar mínimamente aplicado está familiarizado con los principios liberales tal como los formuló Jefferson. En España, miramos afligidos de envidia la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres —exhibición desembarazada de una historia en la que caben los Beatles tanto como los conflictos sindicales— y, si nos descuidamos, nunca llegamos a saber que hubo pensadores políticos tan notables como Jovellanos u Ortega. ¡Que nadie me diga que España invertebrada es un ensayo obsoleto…!

Como estamos comprobando, una nación no se puede sostener en una retahíla de principios negativos. No nos atrevemos a indagar en el pasado porque nos parece que lo lúgubre supera a lo defendible. Sólo vemos a la Santa Inquisición, las guerras carlistas y a Franco, sin saber extraer con inteligencia los elementos más memorables: ¿para cuándo un homenaje erudito y por todo lo alto a la Escuela de Salamanca? ¿Por qué no se encarece como es debido el carácter pionero y liberador de las Cortes de Cádiz? ¿Por qué permitimos que nuestro logro histórico más perdurable, el actual régimen constitucional, sea cuestionado por no garantizar la felicidad universal? Más que comprender qué es lo que convierte a España en una democracia, nos viene bastando con aprender que no es una dictadura. Lo que es bastante insuficiente, creo.

La España que ha de afrontar la sedición en curso es la que padecemos de unos años a esta parte: desmoralizada, invertebrada, una nación que acusa el desgaste de los elementos de la cohesión social precisa para mantener una cierta sensación de comunidad. Un país erosionado por la precarización y el miedo, ideológicamente polarizado, en el que a diario un simple tweet puede poner en entredicho los elementos mínimos de la convivencia. Una población enferma de cinismo o, mejor dicho, una población que se cree más cínica de lo que es. La crisis económica ha dejado al aire los defectos de nuestras pobres hechuras, igual que el hambre atrasada deja asomar los huesos.

Uno, liberal a fuer de individualista, ha acabado por tener una concepción trágica del mundo; una visión que se ajusta como un guante a lo que estamos padeciendo durante los últimos años. No soy, como se ve, equidistante: creo que en este conflicto la razón asiste al estado español, y que llegados a este punto no se puede actuar de manera distinta a como se está haciendo. Pero tampoco soy ciego, y veo cómo en Cataluña se ha configurado una masa social convencida, con un objetivo claro (al menos más claro de lo que lo tenemos sus oponentes) y con los recursos mínimos para resistirse e imponerse en la calle y en el centro de la discusión política. Será cierto que los catalanes no son tan homogéneos como nos quieren hacer ver los secesionistas; pero, aunque no acaben consiguiendo su independencia, sí van a lograr —ya están logrando— que España sea un país distinto. Y lo están logrando en virtud de su superior voluntad. Intentaré explicarme con un ejemplo.

Uno de los últimos cuentos de Borges es Guayaquil, que consiste esencialmente en la discusión entre dos historiadores: el anónimo narrador y Eduardo Zimmermann, judío exiliado de la Alemania nazi. Ambos se disputan la custodia y el uso de unas inéditas cartas de Simón Bolívar en las que se da cuenta del encuentro que mantuvo con José de San Martín en Guayaquil, y que tal vez ayuden a entender qué movió a San Martín a ceder la jefatura de la revolución al Libertador y ulteriormente a exiliarse en Francia. La disputa entre los eruditos, contra lo que se podría prever, no se centra en verificar méritos académicos o una determinada justicia patriótica. Zimmermann, discípulo de Schopenhauer, explica a su manera el misterio de lo sucedido en Guayaquil: «Dos hombres se enfrentaron en Guayaquil; si uno se impuso, fue por su mayor voluntad, no por juegos dialécticos». El narrador y anfitrión del encuentro comprende que el inofensivo judío que tiene ante sí no sólo le está hablando de las dos figuras históricas. En cierto modo, el encuentro de los historiadores replica al de los caudillos y ambos comprenden que las palabras son lo de menos. Lo que cuenta de verdad es la contextura de las personas, la voluntad que les mueve: la de Zimmermann, acogido en una tierra y un idioma extraños, superviviente a un pasado azaroso, es muy superior. En consecuencia, al final del relato el narrador cede sin más réplica el uso de las cartas, y con ellas la gloria del descubrimiento, a su adversario.

No cito este texto de Borges sólo porque lo admire. También me parece que, a su manera, me ayuda a entender cómo uno de los bandos ha logrado sostener la iniciativa y la tensión de este conflicto, al fin abierto en carne viva y sin apariencia de solución. Ahora bien, la falta de una solución no es lo mismo que la estabilidad. El “régimen del 78” al que nos habíamos habituado y en el que tantas cosas buenas yo encontraba está en vías de desaparición. Sobre lo que venga después, quién sabe. Notre siège est fait.

 

domingo, 28 de mayo de 2017

Los articulistas dialogan

O incluso discuten. En un solo pantallazo de la sección Papel de El Mundo tenemos estas dos llamadas:


Quique peinado nos cuenta cuánta pena le ha dado el fallecimiento de Dani, hostelero de su barrio, figura paterna vicaria y forofo del Atlético, que un día invitó al autor del artículo a una coca cola porque el Milán había endosado cinco goles al Real Madrid. Una columna de interés, creo, discreto.
A su lado, Luis Martínez denuncia que "la Humanidad ha entrado en un tiempo sin tiempo en el que sólo cuenta la permanente celebración del yo" y que "dedicamos más energía a organizar el relato de nuestras vidas que a realmente vivirlas".
Yo estoy más de acuerdo con Martínez.

miércoles, 29 de marzo de 2017

"O vosotros o yo"

When I was in French kindergarten we wore blue smocks and held our lunch baskets and stood at attention when the teacher came in. So the teacher comes in — I know his name to this day — looks at these five and six year olds, and says, “Gentlemen, it's you or I.” I knew then what the whole theory of teaching is about: “It's you or I.” Whenever I hear about these teaching colleges in America, I laugh sardonically because the art of teaching is simply to know what that sentence means.

George Steiner, en una entrevista en The Paris Review

martes, 21 de marzo de 2017

Cuántos días caben en un día

Hoy es:
El Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial.
El Día Mundial de la Poesía.
El Día Internacional del Nowruz, el año nuevo persa.
El Día Mundial del Síndrome de Down.
El Día Mundial del Títere.
El Día Internacional de los Bosques.
Por cierto, hoy también comienza la Semana de solidaridad con los pueblos que luchan contra el racismo y la discriminación racial.

También estamos en…
…el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo.


Y no olvidemos que también es:
El Decenio Internacional para los Afrodescendientes.
El Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición.
El Decenio de las Naciones Unidas de la Energía Sostenible para Todos.
El Tercer Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo.
El Decenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica.
El Decenio de la Seguridad Vial.
El Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación.
El Segundo Decenio de las Naciones Unidas para la Erradicación de la Pobreza.

Feliz día.

viernes, 17 de marzo de 2017

Paternidad

Ayer intenté explicar a mi hijo mayor desde una posición monetarista la crisis económica.

 

 

Hace tres semanas, le conté el saco de Roma a cargo de las tropas de Carlos V.

Cuando hago estas cosas, siento maravilla y extrañeza.

jueves, 16 de marzo de 2017

La bajada de la fecundidad

«... se constata que, poco a poco, la cultura terapéutica logrará hacer antipático a aquél que debería inspirar simpatía como la cosa más natural del mundo: el niño.
»No estoy seguro de que haya que culpar solo a los pesticidas para explicar la bajada de la fecundidad. La imagen de estos intrusos arrogantes debe de tener algo que ver.
»A esto se añade el hecho de que esta cultura nos da una visión casi sacerdotal del rol de los padres. A los padres se les acusa continuamente de no hacer
lo bastante...

»La educación en la mentalidad terapéutica supone un coste enorme para un rendimiento mediocre, siempre con el fin de preservar la ilusión de que es posible un mundo sin confrontación. Aquí se reconocen los efectos de la neurosis sobre la conducta: mucha inversión para pocos resultados.

»Jacques y Olga, ya en la treintena, se complacen en anunciar a sus padres que van a tener un hijo. Cuál será su decepción al constatar el escaso entusiasmo que la novedad suscita. Con respecto al trabajo, los futuros abuelos sugieren que no habrá que contar demasiado con ellos. "¡Gracias sean dadas!", exclamó el futuro abuelo.

»Ambos son educadores. Han "sudado la camiseta por vosotros", como proclama el futuro abuelo. Han conocido los cursos de parto sin dolor, las colas de espera en Disneyland, las dificultades escolares, el desamor, el adulterio, el divorcio, volverse a casar, las venturas y desventuras de la familia recompuesta y hoy, aunque hayan llegado a buen puerto, nos atrevemos a decir que se preguntan si todo esto ha valido la pena, tanto más cuanto que él ya no ve a sus hijos, que le han vuelto la espalda.

»No es que tuviera muchos hijos, pero él estaba todo el tiempo ocupado. Había que llevarles al fútbol, a solfeo, además del ortodontista, la logopeda, el psicólogo infantil. Hubo que prohibir el abuso del ordenador, del cannabis, explicar cómo se toma la píldora, cómo se pone el condón...

»No era como con los niños de antes, a los que se mandaba a jugar afuera hasta que volvían con hambre. Niños que costaban dinero, no tiempo, niños que se hacían olvidar al dejarse arrastrar por multitudes que corrían hacia aventuras improbables»

       Alain Valterio, Névrose psy, pp. 44-45

lunes, 23 de enero de 2017

Noticias de Trump

Atiendo en el programa Julia en la Onda al escándalo con que los colaboradores reciben la decisión de eliminar la versión en español de la web oficial del Presidente de los Estados Unidos. Tengo al instante una idea y busco a una escala más modesta una página análoga. Qué acierto: la web oficial del Presidente de la Generalitat de Cataluña está disponible en catalán y en inglés, sin posibilidad de consultarla en español. Como es natural, me pregunto cuánto tiempo viene sucediendo esto sin suscitar ningún escándalo.

El periodismo consiste en contar que la web de la Casa Blanca ya no está disponible en español a gente que no sabía que la web de la Casa Blanca estaba disponible en español.

martes, 23 de agosto de 2016

Una nueva diferencia

Lo último que he aprendido sobre la economía política es que, si situamos a las teorías en un eje cuyos extremos serían el anarcoliberalismo y el dirigismo totalitario, observamos que las teorías más liberales prestan más atención a la microeconomía; por el contrario, cuanto más dirigista, más inclinado se está a atender a los datos macroeconómicos y a tratar de modificarlos como si fueran realidades tangibles. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Gracias, Henry Hazlitt.

El mayor placer de la ignorancia es la emoción de aprender algo nuevo. Sólo se requiere la mediación de la curiosidad.

 

miércoles, 10 de agosto de 2016

Sobre el respeto a las leyes

Ayer volví a ver con mucho gusto Un hombre para la eternidad. Esta vez reparé particularmente en esta escena:

 

Tomás Moro, Canciller de Inglaterra, está acompañado por su mujer Alice, su hija Margaret y el prometido de ésta, el apasionado librepensador William Roper. Acaba de rechazar las solicitudes de un puesto por parte de Richard Rich, al que sabe débil  y mendaz. Rich acaba de marchar, dejando convencidos a todos de que se prestará inmediatamente a las maquinaciones de los enemigos de Moro.

 

Margaret: ¡Padre, es un mal hombre!

Moro: Contra eso no hay ley.

Roper: Sí que la hay: ¡la ley de Dios!

Moro: Que lo arreste Dios entonces.

Alice: ¡Mientras habláis se ha marchado!

Moro: Aunque fuera el Diablo, que se vaya hasta que infrinja la ley.

Roper: ¡Así que le concedes al Diablo la protección de la ley!

Moro: Sí. ¿Tú qué harías? ¿Abrirte paso a través de la ley para perseguir al Diablo?

Roper: Sí. Podría cortar cada una de las leyes de Inglaterra con tal fin.

Moro: Y cuando hasta la última ley fuera talada y el Diablo fuera a por ti… ¿dónde te cobijarías con todas las leyes abatidas, Roper? Este país está plantado de leyes de costa a costa… Leyes del hombre, no de Dios, y si las echaras abajo, y tú eres capaz de hacerlo, ¿crees de veras que podrías tenerte de pie contra los vientos que entonces soplarían? Sí, aun al Diablo le otorgaría la protección de la ley, por mi propia seguridad.

 

Tal vez no sea la argumentación mejor articulada, pero sí la más elocuente en favor del garantismo jurídico. Nos la entregó, avant la lettre, Robert Bolt. ≈

jueves, 5 de mayo de 2016

Miliciana

Qué imagen extraordinaria. Evidentemente, una fotografía puede importar las esencias del arte pictórico.

 

 

martes, 26 de abril de 2016

Y si Cataluña rompe España, ¿qué?

Y si Cataluña rompe España, ¿qué? es el título de un proyecto de Paula Fernández de Bobadilla, Cristian Campos y Ximena Maier: un libro que compila las respuestas de numerosas personalidades públicas a un cuestionario cuyo tema queda bastante bien explicitado en el título. Resulta interesante picotearlo si se tiene una noche de insomnio.

Guiado por una cierta pereza —el cuestionario es útil para encarrilar sin mucho esfuerzo la formulación de opiniones—, yo he dado un paso más: me he puesto a redactar mis propias respuestas.

Encuentro defectos en el planteamiento de los autores: no parece percibir la existencia de los catalanes no separatistas ni el dominio de las Kulturkämpfe nacionalistas durante los últimos años; pero bueno, vale para hacer una entrada nueva en el blog. Sirvo el resultado:

 

¿España roba a los catalanes más de lo que roba al resto de los españoles? ¿Debe tener límites la solidaridad de los catalanes con el resto de los españoles?

Hablar de robo es peor que exagerar. Por otra parte, desde el momento en que se instituye un estado autonómico, se concluye inevitablemente que cada comunidad autónoma debe disponer hasta cierto punto de sus propios recursos.

¿Es viable social, política, cultural y económicamente una Cataluña independiente?

La pertenencia o no a una nación determinada quizás no sea el factor más sustancial de cara a la viabilidad de un cuerpo social.

¿Es viable social, política, cultural y económicamente una España sin Cataluña?

Espero que sí.

¿A usted le importaría que el idioma catalán desapareciera? ¿Por qué?

Cuando creemos que la naturaleza de una entidad es trascendente, generalmente se trata de realidades convencionales o espontáneas, en cualquier caso emergentes. La gente ya se comunicaba antes de que surgiera el idioma catalán. Cuando desaparezca no será porque la gente se quede repentinamente muda.

¿Y si el que desapareciera fuera el idioma español?

Aplico lo dicho en la pregunta anterior.

¿Y por qué no debería permitirse que los catalanes se independizaran si así lo desean mayoritariamente?

Si una mayoría reforzada de los catalanes expresa consistentemente su deseo de fundar una nueva nación, deben hacerlo o al menos intentarlo sin más impedimentos.

 

 

¿A usted le gusta España? Suponiendo que se le permitiera vivir con su mismo nivel de vida actual en cualquier país del mundo, ¿escogería España?

No me gusta España, lo que quiere decir sólo que no me gustan los defectos de los españoles. Hoy creo que me acomodaría mejor a los defectos de los estadounidenses, pero mañana puedo pensar de otro modo.

¿Por qué debería creerme que en una Cataluña independiente se respetarían los derechos de los españoles si en la Cataluña dependiente se ha multado a comerciantes por rotular su negocio en español?

Lo prudente es no creerse nada. El respeto descansa en la fuerza, y por favor entendamos "fuerza" lato sensu.

¿Es España algo más que un ente administrativo puramente instrumental? ¿Qué, en concreto? ¿Lo es Cataluña?

Pues debería bastar con que fuera un ente administrativo justificado en términos pragmáticos, vale decir de bienestar de los ciudadanos. Como estamos viendo, en cuanto falla esta justificación todos los adornos románticos (la cultura, el sentimiento, el carácter nacional) o se descomponen o delatan su carácter falsario.

Los catalanes quieren emigrar de España pero sin moverse del sitio y sin soportar ninguna de las incomodidades asociadas a una ruptura traumática con su país actual. Rebátalo.

Falla el sujeto, "los catalanes". ¿Qué catalanes? Por lo demás, no se puede rebatir un deseo. A todos nos gustaría cosechar sólo los resultados propicios de nuestras decisiones y descartar los perjudiciales.

¿En qué cambiaría su vida si Cataluña se independizara? ¿Adoptaría algún tipo de decisión personal (por ejemplo mudarse o boicotear los productos catalanes o españoles)?

En nada sustantivo, creo. Pasaríamos al catalanismo balear como problema. Y mi curiosidad hacia el tema catalán tomaría una deriva, diría yo, de sociólogo de salón, casi entomológica.

¿Qué diferencia hay entre un nacionalista y un patriota?

Yo concibo un patriotismo más bien pasivo. Bastaría con ser un ciudadano correcto, cumplidor y con una elemental solidaridad. El nacionalista no sólo cree en una distinción peculiar de su pueblo, sino en que esa diferencia debe tener una expresión tangible y cotidiana frente a —y contra— los supuestos foráneos.

Los que por inmovilismo se opusieron en su momento a la Constitución se han convertido ahora en sus principales defensores, también por inmovilismo. Rebátalo.

Lo coherente en la mentalidad conservadora es el que el temor se despierte ante cualquier cambio. O a lo mejor han cambiado de opinión y les ha empezado a gustar la Constitución. Pero vuelve a fallar el sujeto. ¿A quiénes se refiere? Cada cual tendrá su propia respuesta, imagino.

¿Qué argumento contrario a su punto de vista sobre la independencia se ve incapaz de refutar racionalmente?

El sentimental.

¿Por qué provoca más rechazo la renuncia de una persona a una convención administrativa (la nacionalidad) que la renuncia de esa misma persona a su realidad biológica (su sexo)?

No creo que eso sea así. Lo que provoca rechazo es la coacción contra los ideológicamente distintos y la injuria, que ha sido el principal instrumento intelectual del nacionalismo catalán durante tantos años.

En el hipotético caso de que el Gobierno de la Generalitat declarara la independencia, ¿cómo cree que debería responder el Gobierno Central? Sea concreto.

Supongo que interrumpiendo ipso facto la financiación y recurriendo a la Unión Europea, pero no sé.

¿En qué se diferencia un español de un catalán?

Depende de los tópicos que se adopten como criterio para contestar a esta ridícula pregunta.

¿Pueden los catalanes tomar de forma autónoma una decisión que afecte de forma sensible al resto de los españoles? ¿Por qué?

Ya lo hacen.

¿La de 1714 fue una guerra de sucesión o de secesión? ¿Y por qué debería importarnos en 2015?

Esta pregunta no debe ser objeto de opinión. O son hechos o son juicios de intenciones. A los libros de historia.

¿Son los problemas de los catalanes diferentes a los del resto de los españoles? ¿Solucionaría la independencia alguno de esos problemas?

Los problemas importantes creo que son los mismos para todos. Luego están los problemas "discrecionales", los que se decide tener; no niego su existencia, sólo que ignoro las condiciones de su solución. ≈

miércoles, 20 de abril de 2016

Ecos del pasado y un trabajo a medio hacer

Estaba a punto de trabajar en un post sobre la entrevista a Otegi en Salvados, pero un vistazo a El País nos regala la sorpresa de devolvernos al caso de Alpha Pam, joven inmigrante fallecido en Palma de Mallorca por tuberculosis. Como se recordará, el caso se convirtió en una punta de lanza para protestar contra los recortes en la sanidad pública. Ante la polémica, el gerente del hospital fue fulminantemente destituido y entró en una serie de molestias legales de las que acabó saliendo bien parado.

La de hoy en El País es una crónica del género "interés humano": José Naranjo, su autor, nos explica cómo la familia senegalesa de Alpha Pam ha vivido el duelo de un fallecimiento que, por si fuera poco, les privó de una fuente de ingresos tanto más notable cuanto que sus condiciones de vida apenas sobrepasan la mera subsistencia. Este es tono que domina el texto:
Casi a partes iguales, las calles de Thiaroye sur Mer están pobladas de arena y de ausencias.
Todo se comparte en casa de Fatoumata [la madre de Alpha Pam]. Sobre todo la escasez.
Le duele recordar. Se aferra a las fotos de su hijo porque es lo único que le queda (…) Lo de Alpha es otra cosa, es un desgarro, una puñalada en el vientre. Intentar explicarle que todo ocurrió porque el Gobierno español había aprobado un decreto que excluía a los inmigrantes sin papeles de la atención sanitaria es en vano. Fatoumata sigue sin entenderlo.
Ahora bien, el contenido obliga al autor a contextualizar entrando en el terreno de lo fáctico:
El joven llevaba seis meses enfermo sin que su familia lo supiera. Siete visitas al centro de atención primaria de su barrio acabaron en una derivación al hospital de Inca para que le hicieran unas placas. Presentaba dolor torácico, escalofríos, náuseas y cansancio extremo pero, aunque acudió hasta en dos ocasiones al centro hospitalario, ni le hicieron las radiografías ni mucho menos lo ingresaron. ¿El motivo? No tenía tarjeta sanitaria. El 21 de abril, "ese domingo", Alpha muere en su casa de Can Picafort en medio de un gran charco de sangre.
Naturalmente, como se trata de una crónica de interés humano, el periodista no se ha visto en la obligación de requerir la versión de los otros implicados. Cuando se usa el género periodístico para excusar el uso del contraste de versiones, ¿es exagerado hablar de manipulación?

Terminaré yo el trabajo de José Naranjo. A continuación copio (sin pedir permiso) la versión de los hechos publicada por Fernando Navarro, el gerente destituido, en el blog de Santiago González el 26 de mayo de 2013. Es un texto que arroja luz no sólo sobre el incidente; también ilustra convincentemente acerca de la verdadera extensión del derecho a la atención sanitaria vigente en España y sobre el nivel del debate público en España.
A finales de febrero se detectan dos casos de tuberculosis en el Hospital de Inca: dos niños senegaleses, hermanos, que viven en Can Picafort, en el norte de la isla. Como se trata de una enfermedad infectocontagiosa el jefe de servicio de pediatría del Hospital y el de medicina preventiva se ponen en contacto con los familiares de los niños e intentan convencerlos para que les proporcionen los nombres de todas las personas que han convivido en la vivienda. Los familiares se muestran reacios a suministrar la información: resulta evidente que la persona o personas que han convivido con los niños son emigrantes ilegales, y a éstos, como es natural, no les gusta proporcionar mucha información sobre su situación. Este es un problema que nos encontraremos a lo largo de toda la historia. Finalmente los médicos del Hospital obtienen una información: efectivamente hay una persona que ha convivido con los niños en las últimas semanas, aunque su nombre no es proporcionado.
Desde el hospital de Inca se activa el Protocolo de Enfermedades de Declaración Obligatoria (EDO) y se notifica del caso de tuberculosis a la Dirección General de Salud Pública avisando de la existencia de ese desconocido que ha estado en contacto con los niños, del que se sospecha que puede ser el portador original del bacilo. De acuerdo con lo que posteriormente me contarán, en Salud Pública se ponen en contacto con la Policía Local de Can Picafort, que acude al domicilio de los niños, localiza al desconocido, y lo lleva al Centro de Salud (de Can Picafort). Allí le realizan un Mantoux, una prueba para determinar si tiene o ha tenido anticuerpos de tuberculosis. Su nombre es Alpha Pam. Esto sucede el 25 de febrero.
El 28 de febrero Alpha Pam vuelve a acudir al Centro de Salud, donde se le dice que el Mantoux ha sido negativo. Sin embargo es derivado a Urgencias del Hospital de Inca para mayor seguridad. En el volante de derivación el médico del Centro de Salud indica el resultado negativo del Mantoux y la circunstancia de haber estado en contacto con tuberculosis, y recomienda la realización de una placa torácica.
El 4 de abril, 35 días después, Alpha Pam acude a Urgencias del Hospital de Inca. Como en todos los casos Alpha Pam pasa sucesivamente por el mostrador de admisión (en el cual hay un administrativo), por el mostrador de triage (en el cual hay un enfermero), y por el médico de urgencias. El enfermero de triage lo clasifica como urgencia de nivel 4. Hay cinco niveles de urgencias, siendo 1 la más grave. Una urgencia 4 es una urgencia banal, que en principio podría ser atendida incluso en el PAC del propio Centro de Salud. Esto parece indicar que ni Alpha Pam le ha mencionado el contacto con tuberculosis ni le ha mostrado el volante de derivación desde Atención Primaria porque en cualquiera de los casos el enfermero habría activado inmediatamente un protocolo de aislamiento del paciente. Por su parte el médico anotará en el parte de alta haber tratado al paciente por tos y dolor de garganta, haberle diagnosticado bronquitis, haberle recetado antibióticos y antiinflamatorios, y haber encomendado la vigilancia de la evolución de la enfermedad a su médico de cabecera: tampoco parece haber sido informado de la posibilidad de tuberculosis. El error idiomático debe ser descartado: Alpha Pam llevaba años residiendo irregularmente en España y hablaba correctamente español.
Alpha Pam no vuelve a aparecer ni por el Hospital ni por el Centro de Salud, y el 21 de abril, con 27 años de edad, muere por tuberculosis en su casa. Cinco días más tarde aparecen por urgencias del Hospital de Inca otros dos emigrantes senegaleses que declaran haber mantenido contacto con Alpha Pam, y se les proporciona el tratamiento antibiótico profiláctico contra la tuberculosis.
A partir de ese momento se desata la tormenta. A los dos días de ser atendidos en el Hospital de Inca los compañeros de Alpha Pam ponen una reclamación exigiendo, curiosamente, ser atendidos. Más curioso aún: una de las reclamaciones se presenta escrita en correcto mallorquín. Simultáneamente los diputados autodenominados 'econacionalistas' comienzan a lanzar andanadas contra la sanidad balear y su consejero, Martí Sansaloni.
Lo consignado hasta aquí es una fría descripción de los hechos. Resulta muy complicado continuar con una descripción lineal de las acusaciones porque la técnica empleada es, digamos, impresionista, a base de brochazos dispersos que provocan un potente efecto visual en el espectador: ha muerto un hombre joven; es negro; es emigrante irregular; no tiene recursos; gobierna el PP; el PP es insensible y ha hecho recortes; se le ha denegado la asistencia; nuestro corazón (el de Fina Santiago y Biel Barceló) sangra por los desfavorecidos… Ante esta acusación difusa la defensa racional se vuelve tan inútil como argumentar ante un coro de cacatúas. Cuando son desalojadas de una rama (por ejemplo, cuando se demuestra que la supuesta inasistencia al emigrante no ha existido) las cacatúas se desplazan a otra sin dejar de cacarear (y sin disculparse por haber ocupado injustificadamente la rama previa).
En cualquier caso esta dificultad se vuelve irrelevante porque el Consejero prohíbe al gerente del Hospital que se defienda ante los medios con el argumento de ser preferible centralizar la información en su gabinete de prensa; el gabinete por su parte renuncia a una defensa eficaz.
Con los socialistas incorporados a las protestas las acusaciones comienzan poco a poco a perfilarse (aunque no mucho). Como el largo periodo de tiempo transcurridos entre la visita de Alpha Pam al Centro de Salud y la realizada al Hospital enturbian un poco el relato se comienza a insinuar que en ese periodo ha intentado infructuosamente ser atendido en varias ocasiones, pero que la asistencia se le ha denegado por carecer de recursos. Los compañeros de Alpha Pam se apuntan a la historia y se animan a precisar un par de fechas. Resulta ser una mala idea: la grabación de las cámaras de seguridad del Hospital demuestra que la historia es falsa (para cualquiera que trabaje en sanidad pública, por cierto, esta versión es completamente inverosímil desde el primer momento: en Urgencias se atiende a todo el mundo). La acusación deriva entonces hacia otro punto: Alpha Pam ha sido atendido, sí, pero se le ha obligado a firmar un compromiso de pago en admisión de urgencias. ¿Y esto qué es? Explicarlo es, me temo, un poco coñazo. Allá voy.
Los españoles tenemos garantizada asistencia sanitaria gratuita total prácticamente en todos los casos. Además de los trabajadores, pensionistas, parados etc, todos aquéllos que perciben rentas anuales inferiores a 100.000 € pueden disfrutar de ella. Pero este derecho no es automático: es necesario obtener previamente la tarjeta sanitaria. En el caso de las personas con rentas inferiores a 100.000 € con carácter previo a la obtención de la tarjeta es necesario realizar unos trámites previos en el INSS. Si no se presenta la tarjeta se obtiene, desde luego, la asistencia sanitaria, pero el paciente firma un documento en el que se le dice que si en un determinado plazo no la presenta se le podrá facturar. Este es el compromiso de pago.
En cuanto a los extranjeros que viven en España, los que residen legalmente tienen reconocida la asistencia sanitaria total gratuita en términos similares a los españoles, y también tienen que pasar por el INSS. Por su parte los que están en situación irregular (los 'sin papeles') tienen derecho a asistencia sanitaria gratuita en determinados casos: urgencias, menores, embarazadas, EDO's y casos de trata de blancas o asilo político. Este derecho sí es automático: al emigrante ilegal le basta con manifestar su condición para obtener la asistencia sanitaria gratuita en los supuestos mencionados. Por último, los turistas no tienen reconocida la asistencia sanitaria gratuita.
Es muy importante destacar dos cosas. Una, que el no tener derecho a asistencia sanitaria gratuita de urgencias no quiere decir que no se tiene derecho a asistencia sanitaria de urgencias: esta se recibe en todo caso, pero puede ser facturada posteriormente. Dos, que el procedimiento administrativo por el que se solicita el compromiso de pago no es un filtro previo a la asistencia: ésta se obtiene en cualquier caso.
Los compromisos de pago se llevan al departamento de facturación, que decide si la asistencia es facturable. El sistema presenta algunos problemas. Para empezar ¿cómo se distingue a un emigrante ilegal, que tiene derecho automático a asistencia sanitaria gratuita de urgencias, de cualquier otro colectivo que no la tiene? Como he dicho no es habitual que un emigrante ilegal diga que lo es. Es más fácil, por ejemplo, decir que es un turista, firmar el compromiso de pago, y dar una dirección falsa. La asistencia de urgencias entonces se le facturará, pero la factura no llegará y aquí paz y después gloria.
En resumen todo el caso se reduce a que Alpha Pam llegó a Urgencias de Inca y fue atendido, aunque su tuberculosis no fue detectada. En el proceso firmó un compromiso de pago que no llegó a convertirse en una factura. Punto final.
Ahora el consejero de Sanidad Martí Sansaloni, asustado ante la campaña que se había alzado contra él (recordemos: el PP es cruel y racista y niega la asistencia sanitaria a los pobres emigrantes tras robarles su dinero) ha optado por una solución innovadora: se ha puesto al frente de la manifestación contra sí mismo. Efectivamente, al echar violentamente la culpa al Hospital de Inca (y su humilde gerente) ha reconocido dos cosas: a) que la culpa existía y b) que los socialistas y econacionalistas tenían razón.
Una última cosa. En la rueda de prensa que el joven consejero Martí Sansaloni convoca para explicar mi cese afirma que éste es debido a errores en el tratamiento administrativo de los emigrantes en situación irregular, lo que resulta sorprendente porque las instrucciones y protocolos que rigen este tratamiento administrativo se dictan directamente por los Servicios Centrales del Servicio de Salud de Baleares. Es decir, por él.
Fernando Navarro

viernes, 8 de abril de 2016

La Wikipedia y la Buiquipedia

Como se debe pagar los servicios que se usan, hace poco hice una modesta contribución a la Wikipedia, un instrumento que por sí solo justifica la creación de Internet. Veinte euros me parece muy poco por la gran cantidad de información de la que me he servido en estos años de idilio, y mucho menos todavía a cambio de la enorme cantidad de información de la que puedo -y pienso- disponer.

Ahora bien, el hecho de que siempre haga mis consultas en inglés es la expresión de un problema de la Wikipedia: la muy desigual calidad de sus artículos dependiendo del idioma. No es un defecto trascendental que los artículos en inglés tengan más información y que sus contenidos tengan mejores referencias que los de otros idiomas; en el fondo, eso es comprensible si tenemos en cuenta las condiciones en las que fue creada y el predominio global del idioma y de la tecnología de los Estados Unidos. Lo que a uno le gustaría es que los contenidos en español tuvieran un nivel correspondiente al rango que atribuimos a nuestro idioma.

Y es que esta tarde me dio por consultar el artículo sobre el Informe PISA:
Los exámenes PISA son muy parecidos a exámenes de inteligencia. Se evalúa muy poco conocimiento y aplicación de estos. La gran mayoría de los ítems de los PISA son muy deducibles y se pueden responder correctamente sin tener ningún conocimiento del currículo escolar. Es por esto que los resultados obtenidos se puedan deber más bien a diferencias en los CI generales de los países que en la eficiencia de sus sistemas educativos. En el CI entran en juego diversos factores que nada tienen que ver con la escuela, como son: la genética, el cuidado prenatal y la alimentación en la infancia. Así, los países con baja renta per cápita y/o con muchos inmigrantes o minorías sociales tienen malos resultados, pero en los exámenes TIMSS a los países de Europa del este (de bajos ingresos) les va mucho mejor, incluso mejor que a Finlandia, que quedó en el puesto 14 en los TIMSS de matemáticas de 1999 y en el 8 en los TIMSS de 2011. -Finlandia no participó en los TIMSS de 2003 ni de 2007.
Borges se refirió a este tipo de redacción como “exposición cuadrúpeda”. Un solecismo en una oración de nueve palabras (“se evalúa muy poco conocimiento y aplicación de estos”), un galicismo (“es por esto que”), el uso extravagante de los signos de puntuación (¡oh, esos dos puntos prescindibles! ¡Oh, ese guión que abre la última oración!), la contaminación del más barato estilo leguleyo (“y/o” donde bastaría con un “o”) y la abierta ramplonería (“en los exámenes TIMSS a los países de Europa del este le va mucho mejor”) abren paso a una explicación inexacta, poco argumentada y bastante impertinente acerca de, atención a esta nueva noción, “los CI generales de los países”. Por último, hay dos referencias en el párrafo (omitidas en la cita copiada más arriba): una es un enlace roto y la otra dirige a un texto publicado por un tal Anthony Abreu en un blog sobre educación; no he llegado a saber quién es el señor Abreu, y aunque no cabe duda de que ha querido hacer una crítica rigurosa y bienintencionada, no ha alcanzado la calidad ni tiene la autoridad de las referencias del artículo en su versión en inglés.

La Wikipedia necesita, tanto como de aportaciones económicas, de un trabajo editorial más afinado. Y desde luego precisa de más y mejores colaboradores. Por lo demás, buen trabajo.

domingo, 3 de abril de 2016

Con un gemido

Hoy quería ver un episodio de Los Simpson en su emisión en abierto en Antena 3. La guía prometía que empezaría a las dos de la tarde, pero ya eran las dos y diez y aún no había terminado Ahora caigo. Y no es que éste me parezca un mal programa, sólo que cuando se acaba sigues igual de ignorante y estás más aburrido que antes.
Después hubo unos minutos de anuncios, con una curiosa insistencia en la promoción de sus propias emisiones.
Por fin empezó el capítulo. Tras los créditos, una escena de unos dos minutos… Y se acabó. Una interrupción de siete minutos para ver anuncios. En ese momento decidí que, por mucho que me aseguraran que se iban a emitir dos capítulos seguidos y sin pausas, ya se me habían quitado las ganas de ver Los Simpson.
Not with a bang, but a whimper. La televisión en abierto acaba así, maltratando a los pocos espectadores que no pueden adaptarse a Internet, ancianos condenados a recibir retales de series entre tandas de anuncios de bollería industrial y de antologías de la copla. Son los programadores los que cobran por hacer así su trabajo. Allá ellos. ≈

Creer en tiempos revueltos

No creo que Elvira Lindo acierte cuando afirma que la efervescencia de procesiones de Semana Santa en todos los rincones de España desmiente el supuesto acoso del que tantos católicos se resienten. Según lo que uno observa, hasta en los pueblos más remotos parecen creerse que, más que expresiones de una fe religiosa, sus procesiones son bienes de peculiarísimo interés cultural y turístico; no es fácil distinguir el idiosincrático atractivo de un desfile de cofrades de Medina de Rioseco, pero así nos lo han prometido en un buen número de anuncios, como si no hubiera una infinidad de localidades a unos pocos kilómetros con una programación similar.

Sean un instrumento para dejarse ver y adquirir una cierta reputación social (como ocurre en buena medida en mi ciudad), sean vehículos de la superstición más majadera (como sospecho de la semana santa sevillana), las procesiones no parecen en ningún caso un despliegue de fuerza de la jerarquía católica, sino ocasiones que los anticlericales aprovechan para ganarse unos cuantos galones combatiendo un enemigo más bien pasivo.
El problema es muy distinto. Los errores de la iglesia católica vienen siendo numerosos, y creo que la agonía lenta a la que le somete la falta de vocaciones, de simpatías y de recursos es una consecuencia de esas debilidades. Pero los acosados son los católicos de a pie, quienes tienen que poner en juego sus convicciones en una sociedad secularizada y con escasa tolerancia hacia las expresiones, aun las más modestas, de una fe que para muchos, en su sectarismo esquemático, está connotada de inquisición, cruzadas, antisemitismo, discriminación de la mujer y abusos sexuales a menores. Sugiero a los curiosos la siguiente experiencia: que a la hora de debatir un asunto corriente como el aborto, la corrupción o la integración de los musulmanes, den a entender que el núcleo de sus creencias es cristiano. En el mejor de los casos los gestos serán de condescendencia; en el peor, muchos no podrán creer simplemente que una persona religiosa pueda opinar con libertad y de buena fe sobre esos temas. Y esto por no hablar de los paternalistas del estilo de Monedero, que usan a los creyentes despistados como mascotas o como coartada para demostrar al mundo lo tolerantes que son, siempre y cuando estén callados y se atengan a su papel como parte del atrezzo.
Y si no quieren probar esa experiencia, comprueben cómo el mundo del arte está plagado de profesionales del escándalo que, en la esperanza de provocar rechazos que les permitan caracterizarse como víctimas de la censura (y nunca, por cierto, de atentados contra su integridad física), se sirven como recurso preferente del uso ofensivo de la iconografía cristiana. 



miércoles, 30 de marzo de 2016

Un rito iniciático


Hoy he enseñado a mis hijos un número de Les Luthiers. Porque no han de heredar sólo los defectos.

lunes, 21 de marzo de 2016

Cuatro notas políticas

1- Es imposible que Mariano Rajoy no sepa que ya no puede aspirar a repetir como Presidente.
2- Probablemente, algún miembro sensato del PSOE estará explicándole a Pedro Sánchez por qué el Primer Ministro de un país que debate a cada momento el monto y condiciones de su rescate con, entre otros, España, no está en condiciones de entrometerse en la política interna de esos países.
3- Albert Rivera debería desconfiar de las encuestas. Como se ha demostrado una vez tras otra, todas mienten.
4- Los militantes de Podemos se habrán sentido bastante estúpidos al leer la carta que su líder les dirige, rematada en estos términos: "os quiero". Lo cual, en otras palabras, es decirles: "os exijo que me queráis". 

lunes, 7 de marzo de 2016

Cándido en el siglo XXI

Agradeceremos al Comité del Nobel que nos haya presentado a Svetlana Alexievich. En esta conferencia repasa su trabajo recogiendo los testimonios de supervivientes de atrocidades muy próximas y muy propensas a ser olvidadas. Uno ha leído a Primo Levi, a Solzhenitsin, ha estudiado con atención el monólogo del rey Macbeth ante la muerte de su esposa («all our yesterdays have lighted fools / The way to dusty death»); aun así, resulta difícil encontrar un término de comparación, una negrura existencial como la de este ruego: «mamá, por favor, no me ahogues. No volveré a pedirte comida». Las circunstancias de la escena están explicadas en la conferencia. Alexievich conoció a esa madre, estigmatizada durante décadas en su pueblo, y le dio un abrazo. ¿Qué iba a hacer si no?
Pero lo que convierte a esta cronista en alguien extraordinario es su manera de remontarse desde los hechos y sacar conclusiones como ésta:
«Cuando hablo con los jóvenes, les digo que toda nuestra esperanza está depositada en ellos, en las nuevas generaciones que están por venir. Y les pido que no se conviertan en revolucionarios profesionales, que estudien lenguas, que viajen, que reflexionen, que aprendan un oficio o adquieran una profesión. Porque llegarán nuevos tiempos y otra vez nos faltarán profesionales. (...) [En Bielorrusia] no se luchó para recuperar la libertad y, como resultado del desmoronamiento del imperio, se la encontraron como si se tratara de un regalo. ¿Y qué hicimos con la libertad? No supimos manejarla. No teníamos políticos ni economistas profesionales»
Al llegar a estas líneas me resultó inevitable recordar la conclusión de Cándido cuando, después de que él y sus amigos hubieran sido atropellados por guerras, esclavitudes, maremotos, enfermedades, ejecuciones, et cætera, recalan en su alquería y le dice a Pangloss: vuestra filosofía está muy bien, pero hay que cultivar el jardín.
Y no hay más que añadir. 

miércoles, 2 de marzo de 2016

El mito del votante escarmentado

El deplorable discurso de investidura del candidato Sánchez consiguió reafirmarme en dos puntos. El primero, la pésima impresión que me había formado del sujeto en el célebre debate contra Rajoy.
El segundo sirve cuando un político cree su obligación hacer promesas a tontas y a locas: entonces la obligación del votante es no creerle. ≈

martes, 1 de marzo de 2016

La tumba de la inteligencia

Elena Mengual ha publicado un buen artículo en El Mundo acerca de los linchamientos digitales que se dan en las redes contra los señalados, a cuenta de debilidades patentes o supuestas, por el capricho de la masa. Una característica notable de estos procesos es que, mientras la identidad de las víctimas siempre está disponible, sus agresores suelen ser anónimos, lo que ayuda a catalizar el ataque y a desencadenar una conducta de masas.
No es sólo cuestión de anonimato. En las redes sociales, y especialmente en Twitter, se tiende a emitir mensajes espontáneos y poco meditados, así como a premiar las expresiones breves y presuntamente divertidas; el resultado puede ser la polarización, la falta de matices y un efecto acumulativo y concentrado que puede ser devastador para el objeto de la atención de la manada. Tal vez quien responde con una gracia de ciento cuarenta caracteres a una metedura de pata o a una expresión risible crea que no causa un daño palpable; ¿podría asegurar lo mismo cuando su mensaje es uno más entre doscientos de parecido tenor?
Twitter no fue creado para ofender a nadie. Según nos cuentan, se hizo como medio para comunicarse con amigos y seguidores con mensajes personales, superficiales e inmediatos: su naturaleza era la intrascendencia. Pero los instrumentos acaban sirviendo para fines imprevistos, no siempre los más adecuados. Si bien puede ser útil que los usuarios twitteen enlaces a noticias interesantes, no parece que podamos esperar gran cosa de, digamos, opiniones políticas que quepan en un formato tan ceñido. Con frecuencia, usos como éstos resultan en las pataletas y las agresiones verbales a las que nos estamos acostumbrando.
No siempre las víctimas de los desaprensivos «se lo buscan»: a Guillermo Zapata le pareció divertido divulgar chistes en los que vejaba de un solo golpe a Irene Villa y a las víctimas de los asesinatos de Alcàsser. Como es natural, le sacaron los colores en el momento menos conveniente, cuando iba a convertirse en el concejal Zapata. Curiosamente, su partido considera que un sujeto así puede ocupar un cargo público. Y el juez Santiago Pedraz, después de que la interesada afirmara no sentirse agraviada por esos chistes, dictaminó que no cabía penar ofensa alguna.
A este respecto, Irene Villa dice lo siguiente:
«Creo que cuando tienes asumido y aceptado en lo más profundo de tu interior tu situación y tu cuerpo, no hay nada que pueda hacerte sufrir o sentirte vulnerable, y mucho menos un chiste, y mucho menos por esta gente que tiene tiempo para reírse de los demás o exaltar la violencia o mofarse del dolor del otro. (…) No hace daño el que quiere, sino el que puede. Y ellos no solamente no pueden, sino que se retratan en sus propios mensajes»
Palabras que completan su declaración judicial y ponen en razón las cosas. Bien lo podría haber dicho así: «a mí no me ofenden esos tweets, lo cual no me impide juzgarlos como una canallada». La ofensa a las víctimas no reside en que éstas se sientan peor por un chiste, sino en que se use su particular desgracia para rebajarlas a meros objetos humorísticos. Pero el ambiente era el que era, y el prudente juez no quiso preguntar a los deudos de las asesinadas de Alcàsser, no fueran a resultar más inoportunos que la flemática Villa...
Uno es escéptico respecto a Twitter. Como medio de comunicación, es perfecto para aburrir a los seguidores con selfies insustanciales y fotos de las tapas que se van a ingerir. Fuera de esto, cuando se pretende usar como canal para expresiones más trascendentes, degenera rápidamente en lo que Cayetana Álvarez de Toledo llamó memorablemente «un vertedero, la tumba de la inteligencia». Lo cual, dicho sea de paso, es un tweet paradigmático. ≈

viernes, 26 de febrero de 2016

Una cita

«La única libertad de importancia perdurable es la libertad de la inteligencia, es decir, la libertad de observación y de juicio practicada en provecho de propósitos intrínsecamente valiosos»

John Dewey, Experiencia y educación, V

miércoles, 24 de febrero de 2016

Cerebros a la fuga, cerebros en busca y captura

Desde el inicio de la crisis, uno de los lamentos más repetidos viene siendo la cantidad de jóvenes españoles que han emigrado al extranjero ante la falta de oportunidades laborales en su país. Un partido político los ha llegado a llamar «exiliados». Este discurso suele asumir dos bases: la primera, que la productividad y la riqueza de los españoles, nuestro futuro bienestar, quedan comprometidos ante ese caudal de conocimientos que se nos va por las fronteras; la segunda, que el fruto del gasto que ha corrido a cuenta del erario público en la formación y el desarrollo de esos talentos finalmente va a repercutir fuera y que, por lo tanto, ese gasto es una inversión perdida. El ingeniero que abandona el mercado laboral español, nos dicen, no sólo se lleva su formación, talento y capacidad de trabajo para aumentar el bienestar y la prosperidad en otras economías, sino que se lleva con él todo el esfuerzo que ha supuesto para los distintos sistemas públicos educarlo y mantenerle sano durante tantos años. ¿No es un suicidio económico para un país prescindir de los beneficios de semejante inversión?
Como suele suceder con todos los argumentos patrióticos, son dos falacias. No veo cómo ha de ser más productivo un ingeniero en paro viviendo en su país que uno trabajando en Alemania. El primero derrocha sus conocimientos, su tiempo y su ánimo en subempleos o languideciendo a costa de su familia. El segundo pone estos mismos elementos al servicio de una actividad productiva, adquiere experiencia profesional y refina sus condiciones para ser un agente económico útil. Como esto es evidente incluso para los que protestan por la fuga de cerebros, la respuesta que cabe esperar de ellos es que la administración debe «estimular» a la economía. No lo dicen con claridad, pero hablan de empresas públicas, de empleo público, de subvenciones y de protección a las empresas nacionales. En otras palabras, transferir artificialmente recursos desde los sectores provechosos hacia otros cuya productividad está en entredicho por depender, al menos en parte, de incentivos ajenos a la utilidad de los consumidores*.
Sobre el segundo argumento ha de hacerse una aclaración. El hecho de que el estado provea de algo a un individuo significa que ese algo deja de ser un bien público. Un titulado español de cualquiera de nuestras universidades públicas no ha contraído una deuda moral; su formación se ha convertido en una posesión suya o, mejor dicho, en una característica personal. Pensar de otra manera está a un solo paso de dar una limosna al pobre con la ridícula admonición: «no se lo gaste en vino»; implica que el estado no sólo debe responsabilizarse de proveer de un servicio, sino también del uso que los particulares hacen del mismo. Y si no podemos prohibir a nuestro ingeniero que emigre —eso sería violar sus libertades—, sólo nos queda encarar limpiamente el enfrentamiento entre lo público de la «inversión» y lo privado del rendimiento que procura. Si este enfrentamiento es considerado como una paradoja, sólo queda conformarse o abogar por las políticas de estímulo que he criticado antes. En cambio, si lo enjuiciamos como una contradicción, impugnamos una de las bases conceptuales de la educación pública y facilitamos un argumento a favor de la privatización del servicio.
Hay otros problemas asociados que merecen un análisis. Por ejemplo, la desproporción entre oferta y demanda de titulados universitarios en el mercado laboral español. Por ejemplo, el hecho de que son los titulados superiores los que emigran. ¿Por qué los ni-nis, a los que suponemos igualmente necesitados de empleo, no lo hacen? ≈

* Nota: El caso de Abengoa nos debería incitar a la reflexión acerca los resultados de tales medidas: una empresa que, impulsada por las subvenciones y los privilegios, abraza una estrategia expansiva por encima de su viabilidad. Ahora, a los cientos (tal vez miles, si pudiéramos cuantificar todas las prerrogativas indirectas y el deterioro que éstas comportan de las condiciones globales del mercado) de millones de todos los contribuyentes de los que ya han dispuesto, se les van a sumar unos cuantos más para financiar la reorganización, despiece y probable liquidación de nuestro buque insignia de las energías renovables. Dados frutos como éstos, cabe preguntarse si el estímulo público es la mejor solución para que nuestros ingenieros se queden en casa.

lunes, 22 de febrero de 2016

Los verdaderos beneficiarios del cambio climático

Marian Tupy nos señala las exigencias a las que nos tendremos que acostumbrar en los próximos años. Según lo establecido en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, para el año 2020 los países desarrollados habrán de proveer al Fondo Verde para el Clima de unos 100.000 millones de dólares anuales, que serán administrados por el fondo Verde para el Clima con el fin de ayudar a los países en estado de desarrollo a «establecer prácticas adaptativas y paliativas que combatan al cambio climático».
Atenta a este contexto tan favorable, la prensa oficial de Zimbabue publica editoriales en los que solicita la donación de hasta un 11% de su Producto Interior Bruto para combatir y aliviar los efectos de las sequías que están sometiendo a una cruel hambruna a la población; estas sequías se entienden como resultados ya patentes del cambio climático. Para Tupy, deberíamos tomarnos esto como una amenaza y advertir que Robert Mugabe, el tirano que gobierna Zimbabue desde hace treinta y seis años, sabe que
«…there are plenty of gullible Westerners willing to believe that the frighteningly vile and comically incompetent government isn't at the root of Zimbabwe's food shortages, but that global warming is to blame. Of course, this is pure nonsense. Botswana and Zimbabwe share a border and their climate and natural resources are exceptionally similar. Yet, since 2004, food production has increased by 29 percent in Botswana, while declining by 9 percent in Zimbabwe. It is not drought but government policies that make nations starve!»
Por supuesto, nada resulta mejor acogido por una burocracia corrupta que una lluvia de millones bienintencionados. Un desarrollo más extenso y con los datos pertinentes, aquí.
Con todo esto, me pregunto si el debate acerca de la naturaleza y gravedad del cambio climático, tan atravesado hoy en día por la propaganda, acabará por resolverse mediante la pura confrontación de intereses entre donantes y beneficiarios. Si a fin de cuentas la oposición de incentivos no será más racional que el choque de eslóganes. ≈

miércoles, 17 de febrero de 2016

El proteccionismo en Castilla y León

Al escuchar ayer en la radio las noticias de Castilla y León, me convencí de que la vida económica de la región está absorbida por estos tres motivos:
— En el marco de las negociaciones de la plantilla de FASA Renault con la empresa, se solicita que, del mismo modo en que la Junta de Castilla y León y la Administración Central invirtieron a medias 500 millones de euros en el último plan industrial de la empresa, vuelvan a «comprometerse» de parecida manera «con el futuro de la empresa» en la región.
— Continúa la exigencia de que el carbón autóctono tenga ventajas frente al procedente del exterior con el fin de proteger los 1.500 puestos de trabajo de la minería, y que se considere ésta como un sector estratégico. Se solicita ahora, más concretamente, que se recargue con impuestos —¿aranceles?— el uso de carbón importado para la producción de energía eléctrica.
— El actual gobierno autonómico nos alerta sobre las consecuencias que tendría la irrupción de otros partidos políticos sobre algo tan sensible como la negociación de las ayudas recibidas en el marco de la Política Agraria Común europea.
Está claro: las tres noticias económicas más relevantes tratan sobre el uso de dinero público para mantener empresas y actividades cuya viabilidad está en entredicho. En otras palabras, sobre el aumento de las cargas a que están sometidos los ingresos.
Adam Smith explicó que los empresarios, con el fin de solicitar protección pública, tienden a hacer pasar su propio interés como si fuera el interés público. En la sociedad de masas y de la opinión pública, este hábito se ha extendido a todos los agentes económicos en tanto sean tan numerosos que tengan suficiente capacidad de presión o de ejercer la violencia y la coacción impunemente. En consecuencia, no son empresarios mineros los que queman neumáticos y ponen barricadas en las autovías, ni es el presidente del Grupo Renault el que amenaza con las catastróficas consecuencias sociales y económicas que seguirían a la desaparición de FASA en Valladolid o Palencia; tampoco los grandes latifundistas son los que paralizan el tráfico con tractoradas. Por mucho que los capitalistas sean beneficiarios de esas protestas, son los trabajadores y los pequeños propietarios quienes las ejecutan con entusiasmo; quienes han logrado unas condiciones comparativamente ventajosas respecto de los trabajadores sobre cuyas espaldas recaen los impuestos efectivos, que cargan la producción de riqueza mediante actividades económicas viables. Se trata del clásico mecanismo, descrito por Milton Friedman, mediante el que un beneficio concentrado para unos pocos supone una carga casi inapreciable para la mayoría que lo tolera.
Cosa extraña, gran parte del público general apoya este tipo de medidas proteccionistas, y las defiende con apelaciones a la dureza del trabajo en la mina, al temor al colapso económico en una región determinada o a la importancia de que los pueblos sigan poblados por esos románticos crepusculares, los trabajadores del campo. Admiten al parecer sofismas económicos y métodos de presión con frecuencia inaceptables. Según creo, es el mismo público que protesta por la tarifa eléctrica y el escándalo continuado de las prejubilaciones; el mismo cuyo contacto con el agro se limita a los dos fines de semana anuales que pasa en una casa rural. El mismo, por cierto, que en su vida particular busca un equilibrio ventajoso entre calidad y precio, con toda lógica, sin preguntarse de dónde vienen los productos que adquiere en el bazar chino.
Naturalmente. En las relaciones económicas en que participamos por propia voluntad, sin que las decisiones estén distorsionadas por la intervención del poder público, el criterio fundamental es el de la eficiencia; es muy raro que se entre a juzgar la justicia —suponiendo que se pueda— de una transacción. El comportamiento económico que refrendamos a diario con nuestros actos no permite, sin contradicción, excluir de esa lógica a determinadas actividades y admitir así a costa de nuestro propio bienestar la formación de una casta protegida de trabajadores de grandes empresas, bancos o «sectores estratégicos». Por lo que sé, esa gravosa desigualdad no ha provocado de momento ninguna queja en firme.
Además de Smith y Friedman, muchos otros (Bastiat, Hazlitt) se han extendido largamente y con buen criterio contra este tipo de proteccionismo. Cualquiera que se proponga estatuir el privilegio de un determinado sector debería enfrentarse al menos una vez a esa obra maestra del panfleto que es Lo que se ve y lo que no se ve. De momento, señalemos cómo estas medidas contribuyen al estancamiento económico de Castilla y León al desencadenar lo que se conoce como tragedia de los comunes: los intereses individuales puestos en juego de manera que perjudican el interés colectivo y provocan una asignación ineficiente de los recursos generales —o los agotan—. Para quienes confiamos en los órdenes espontáneos, es un nuevo ejemplo de cómo las decisiones injustas nos conducen a la pobreza. ≈