Las fotografías tomadas sin avisar tienen estas cosas: quienes salen no han tenido tiempo de posar y salen siempre desfavorecidos. Uno, con los ojos cerrados; otro, movido; otro con la cabeza demasiado grande...
La comparecencia de Rosa Díez y Fernando Savater, anunciada para esta mañana, ha obrado el mismo efecto. No lo digo porque no fuera previsible, ya que el abandono del PSOE por parte de Díez y la fundación de un nuevo partido eran sucesos que se empezaban a dar por sentados, aunque aún no fueran oficiales. Previsible sí, pero en el megalítico panorama político español cualquier evento fuera de lo común, aun en cámara lenta, pilla a todos sin componer el gesto para la foto. Veamos.
En el PSOE se está despidiendo a Rosa Díez con los malos modales que venían observando con ella durante los últimos años. Se ha insinuado, para deshonra eterna de quienes lo han dicho así, que no tenía intención de renunciar a su puesto de europarlamentaria: una mentira destinada a desgastar antes de tiempo la imagen de la rebelde. Se ha afirmado que sus tesis estaban más próximas al PP, del mismo modo que El País intenta convencernos a todos de que Basta Ya en el fondo sólo puede robar votos a la derecha: no se trata de una mentira, sino una lectura estúpida de la realidad dirigida a los forofos de Zapatero, los únicos que pueden creérsela. No hablan de lo que peor les sienta de Rosa Díez, que es que ella no se ha movido, y es el partido el que se ha vuelto irreconocible desde que convirtieron en paria a Nicolás Redondo. Nada, ellos a lo suyo, que va a ser agitar banderitas de España de aquí a marzo... aunque nunca en Euskadi, Cataluña ni Galicia, por supuesto.
En el PP se frotan las manos porque esperan (con razón) que el nuevo partido redunde en un desgaste del PSOE, aunque no se atreven a felicitarse en alta voz porque en el fondo desconfían de un partido abiertamente progresista, que no vacila en señalar también a la derecha como responsable del olor a gato encerrado de nuestra vida política.
En la COPE también lo celebran, pero les cuesta admitir que el mayor intelectual, Savater, respalde al nuevo partido; lo tildan de veleidoso, no le perdonan sus posturas laicistas ni su honrado compromiso con el progresismo.
En la SER no saben a qué carta quedarse. Por una parte, intentan cavar un abismo entre su PSOE y el nuevo proyecto, apelando al temor al vacío ideológico de los socialistas descontentos. Por otra, recuerdan la derrota sufrida cuando se soñó con un gobierno vasco socialista-popular, como si Patxi López, el factótum de Zapatero, hubiera conseguido mejorar los resultados... Por otra más, se afirma que es una apuesta destinada a estrellarse en las próximas elecciones. No se dan cuenta de que a muchos de los que nos hemos incluído en el proyecto el éxito electoral no nos parece el objetivo determinante, que nos basta con aprovechar esta oportunidad de tener razón y enfrentarnos de una vez y en serio a los problemas muy reales que padecemos los españoles y de los que ya nos hemos aburrido.
Me temo, y no es broma, que los únicos en enterarse de algo son los del ABC.
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