lunes, 2 de enero de 2006
To Know or not to Know
Camino hacia mi casa, ya de día, después de celebrar la Nochevieja. Es esa mirada tan particular, que hace los colores más vivos, de los ojos ya acostumbrados a la penumbra. Me mira una urraca posada en la barandilla del puente de Isabel la Católica. Ella no sabe nada, ni siquiera que un nuevo año comienza (salvo que sea una urraca decididamente anormal). Y yo, consciente de que las fechas son meras convenciones, no puedo evitar la inercia de sentirme como si empezase un tiempo nuevo, como si el tiempo no fuera uno nada más que uno y la fragmentación arbitraria implicase una diferencia en la sustancia de cada año, de cada día o de cada segundo. “Mira tú, con ser tan boba esa urraca sabe mejor que yo”, me digo.
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1 comentario:
"No te inquiete el saber, yo no tengo ninguno/
pero mi canto surge, natural, al calor./
No te inquiete el saber, yo no tengo ninguno/
y el ocaso me escucha"
Lo escribió Keats sobre un ruiseñor, creo, y lo escribí yo sobre una pizarra antes de un examen de primero de carrera. Fue un éxito, la gente me aplaudió. Y eso que no sabía nada.
Falete
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