Joan Tardá, este curioso diputado de Esquerra Republicana de Catalunya, ha llamado a Josep Piqué «burgués instalado en la hoguera de las vanidades». Me abstengo de enjuiciar la etiqueta de burgués, tradicionalmente usada con una discrecionalidad que la inhabilita para significar algo a estas alturas. Como lo demás parece tener ciertos caracteres de síntoma, voy a hacer un breve examen.
Seguramente, este ejemplar de moderación, quiero decir Tardá, estaba pensando en la novela de Tom Wolfe. Tal vez merezca la pena recordar que el título, The Bonfire of Vanities, puede ser una broma a costa de la novela de Thackeray La feria de las vanidades, Vanity Fair; un poco al margen, diré que la obra de Wolfe es muy superior a la de Thackeray.
Es probable que Wolfe tuviera en cuenta, sobre todo, las hogueras de las vanidades encendidas en Florencia durante el período de gobierno de Savonarola, ese austero franciscano que sometió a su ciudad, a finales del siglo XV, a un régimen teocrático en el cual Jesucristo había sido nombrado tirano (sí, sí, créanlo). En estas hogueras se quemaban enseres que entraban en la categoría de consumo ostentatorio (muebles, pinturas, vestidos, lujos variados), además de efigies representativas de algún judío con excesivo interés en el comercio, o alegóricas de los siete pecados capitales.
¿Nos servirá esto para interpretar mejor las palabras del sanguíneo Tardá? Qué va, si ni siquiera él sabe qué quería decir.
Termino ya, que voy a parecerme a César Vidal.
(al margen) Iñaki Gabilondo presentó, hace ya algún tiempo, a su entrevistado Joan Puigcercós como representante de los moderados de ERC. Pues cómo serán los radicales…
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