Si alguna culpa ha de recaer sobre el Partido Popular es la de haber utilizado el terrorismo como munición para dañar el crédito de sus adversarios políticos. Lo hizo Aznar antes y después de ganar sus primeras elecciones, y Rajoy como su leal sucesor, asistido además por esas dos eminencias, Zaplana y Acebes, continúa en idéntica actitud. Es una vergüenza que afirmen que ahora los presos de ETA salen de la cárcel con más facilidad que antes, del mismo modo que es una vergüenza no acatar el liderazgo del Gobierno cuando éste decide, por ejemplo, poner facilidades para realizar una negociación.
Nos reunimos con ETA para comprobar si iban a rendirse, ha dejado dicho Aznar para convencer a los suyos de que no llegó a negociar. Nosotros no estamos negociando, dice ahora el Gobierno. Yo, que soy muy original, afirmo que ambos mienten. Una «política de gestos» constituye por sí misma una negociación, aunque el escenario sea la opinión pública y no una sala con una mesa redonda. Todos los gobiernos, todos, han negociado, de una u otra manera y sin éxito, con ETA.
Dicho esto, sólo me queda evaluar sumariamente los resultados de la negociación actual. ETA ha incrementado sus atentados contra los negocios menos dóciles a sus campañas recaudatorias. ETA ha reforzado su campaña de extorsiones. El entorno de ETA ha convocado una huelga general. Otegi, incluso, pretende ganar su inmunidad judicial en calidad de interlocutor de la negociación. La negociación está fracasando porque los gestos de buena voluntad del Gobierno no son respondidos por los que cabría esperar de parte de ellos. Quiero decir que ya va siendo hora de que el Presidente del Gobierno diga «hasta aquí podíamos llegar» y acabar de una vez por todas. Ya habrá otras ocasiones.
viernes, 10 de marzo de 2006
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