De Xosé Luís Barreiro Rivas conozco sus a menudo excelentes artículos de prensa. Casi nada sé de su más que incipiente y prometedora carrera política durante los ochenta y su fin abrupto y escandaloso, ni de su actividad docente en la Universidad de Santiago. Ahora nos sorprende con un programa en la televisión autonómica gallega, Volver ao rego, locución cuyo sentido figurado se puede traducir al castellano como «volver al redil»; no acierto a comprender qué pretende con ese título, pero cualquiera sabe cuánta retranca gallega oculta.
Como para confirmar cierto carácter institucional, su primer invitado ha sido Emilio Pérez Touriño. Si bien se notaba el esfuerzo por hacerla transcurrir por cauces de interés, la entrevista, mal encubierta bajo la denominación de tertulia, era tan favorable al invitado que por un momento me pareció estar viendo un programa de Pedro Ruiz. Me divirtió ver a Barreiro y a su invitado, ambos palpables castellanoparlantes, intentando hablar con desenvoltura en gallego, trabándose a cada paso y olvidándolo por momentos para que todos recordásemos cuál es su realidad lingüística (Touriño llegó a decir «dende que te levantas ata que te acostas» en lugar de un más galego «dende que te ergues ata que te deitas»). Más tarde se incorporaron dos invitados-contertulios-entrevistadores más, igualmente favorables hacia el Presidente de la Xunta: un representante de la intelectualidad galleguista de los setenta y la actriz Uxía Blanco, quien, a juzgar por los temas que tocó, parecía decidida a conducirse siguiendo el manual de las cuotas femeninas: el maltrato a la mujer, cómo vivía la esposa de Touriño —llamada, haciendo gala de familiaridad, por su nombre de pila— su condición actual, la representación mujeril en el gobierno gallego, etc.
Me desilusionó mucho la ambientación del programa. Deseosos de ofrecer un espacio para la reflexión tranquila, han recreado una especie de casino de provincias donde el piano no deja de sonar alternando valses con el inevitable Billy Joel, y donde atiende un atildado, enpajaritado camarero que mantiene una adecuada distancia con el reverenciado, envarado presentador; con servilismo, modestia garantizada y una boba alusión a su tía Nonseiquén, para que comprobemos que el condescendiente presentador puede ser tratado con una ajustada familiaridad por simples profesionales de la hostelería. No esperaba gustos tan rancios en una persona habitualmente lúcida como Barreiro.
En las palabras de Touriño no hubo nada que merezca comentario: cháchara hueca de cargo público en un clima propicio. Espero que al redil de Barreiro vuelvan no sólo políticos, sino también personas que tengan algo que decir.
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