martes, 6 de junio de 2006

La fierecilla domada

A pesar de lo que dicen los más pesimistas, el proceso de paz ha producido algunos frutos de interés. Puede sonar exagerado, pero me parece notable que Otegi se haya referido como un error a la tradición abertzale de haber ignorado el sufrimiento ajeno; creo que esas declaraciones abren a los batasunos un horizonte ético comparable al descubrimiento de América. Sin embargo…

Tal vez se deba a la mera costumbre de encarecer el consenso, pero el enfrentamiento entre los partidos democráticos a causa del terrorismo me parece un motivo gravísimo de crisis. Cuando Acebes dice que el plan de ETA es el mismo del PSOE, cuando Blanco nos revela que el PP quiere acabar con el proceso de paz, qué queréis que os diga, yo me pongo a temblar.

El PP ha cultivado una ya arraigada tradición de uso electoralista del terrorismo, que en ciertos momentos —bajo el liderazgo de Aznar, durante la última campaña electoral— llegaba a resultar emético. Por el contrario, el PSOE fue el principal promotor del pacto por las libertades y contra el terrorismo, y siempre supo dejar en un segundo plano a ETA para no convertirla en objeto de debate partidario. Y ahora, ¿dónde estamos?

Según Iñaki Gabilondo, el PP ha reaccionado con virulencia ante el anuncio de conversaciones entre el PSE y Batasuna debido al mal resultado de Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación. Yo le propondría que considerase otra perspectiva. Imaginar, por ejemplo, que Rajoy renunció a tocar el terrorismo y las versiones conspirativas acerca del 11-M como un gesto significativo de respaldo a las decisiones del Gobierno tras el alto el fuego. Que esa misma tarde, sin que lo hubieran consensuado previamente ni se lo hubieran comunicado, Patxi López anunció próximas conversaciones con Batasuna aceptando las premisas que éstos defienden (las dos mesas de diálogo y demás). Que al día siguiente, el Presidente del Gobierno explicó durante su turno de réplica al PNV que, como el proceso de paz va a ser muy largo, iniciará antes el diálogo político. Que los medios de comunicación de derechas preguntaron: ¿para esto renunciaste a hablar de terrorismo en el debate, Mariano?

Evidentemente, Zapatero quería apoyar a los dirigentes de Batasuna ante la posibilidad de que ingresaran en la cárcel; ha obtenido, por cierto, un éxito completo. Pero olvidó la delicada situación de los moderados del PP —como el propio Rajoy—, acosados por los halcones de su propio partido que piden hacer sangre, a los que ha dejado con el culo al aire. Como resultado inmediato, Rajoy ahora se siente obligado a hacerse el digno ante su propio partido y anunciar la ruptura con el Gobierno. Ante el proceso actual, el esfuerzo éste debería ser el de equilibrar todas las partes para que ninguna se retire. Sin embargo, el equilibrio debe tener en cuenta los puntos de partida de cada cual. La actitud del PP, si bien ha sido demasiadas veces demagógica e irresponsable, no equivale al extremismo de una izquierda abertzale que ha asesinado, extorsionado y aún coacciona a una buena parte de la sociedad, qué me digo, a toda la sociedad. El Gobierno no debe caer en la tentación de establecer una equidistancia respecto de la derecha española y del terrorismo nacionalista. Mi impresión es que, por muy inflexible que se ponga el PP, al PSOE le debería resultar más fácil dialogar con ellos que con Batasuna; no pueden querer en serio una paz que deje insatisfechos a un 40 por ciento de los españoles. Y esto no puede esconderse tras la pantalla del perdurable sufrimiento de los socialistas vascos en el adverso clima de violencia al que han debido acostumbrarse.

Y ahora un discursito moral. Escuchando a José Blanco y a algunos contertulios de Hora 25, parece que la responsabilidad de un eventual regreso a la violencia etarra fuera a depender de la cerril actitud del PP. Pues nada, habrá que recordar a todo el mundo lo evidente: quienes aprietan el gatillo, recaudan el producto de la extorsión, queman un autobús o arrojan piedras a un concejal constitucionalista no son Acebes, ni Zaplana ni Rajoy. Si éstos pusieran al gobierno en la tesitura de endurecer las condiciones de la legalización de Batasuna, ETA tendría para matar las mismas justificaciones que antes de la tregua permanente: ninguna, porque convivimos en un Estado de Derecho y la violencia, creo recordar, se ve como algo muy feo. Creo que si Zapatero está cometiendo un error es el de pensar que haber obtenido la tregua de ETA es algo así como haber domado a un tigre. El animalillo, pobre, no sabe hacer otra cosa que morder y dar zarpazos porque es un depredador; pero ETA es una organización compuesta por elementos de los que tal vez quepa suponer su condición de personas, con criterio para decidir y responsabilidad sobre sus actos.

Fin (por el momento)

Remate
Pues sí, era sólo por el momento. Rajoy, como si tuviera el secreto propósito de dar la razón a sus adversarios, ha declarado oficialmente esta tarde la ruptura de relaciones con el Gobierno, nada menos. Como reacción neurótica no está nada mal. En fin, yo insisto en lo mío: creo que la intención del líder del PP era dar un golpe de autoridad ante su propio partido, y que está pidiendo a gritos que el Gobierno le ofrezca una salida digna para retomar el consenso; también creo que el Gobierno debería intentarlo. Porque, aunque el PSOE obtenga una mayoría absoluta en las próximas Elecciones Generales, negociar el fin de la violencia requiere la fuerza moral de la unidad de todos los partidos democráticos, o por lo menos de los más importantes.
Voy a buscarme un país a mi medida, porque igual emigro. Veamos. Sildavia, Borduria, tal vez la hermana República de Feudalia…

No hay comentarios: