Es el gorrión vibrante encerrado en mi garganta,
el peso de mis hombros, el brillo marmóreo de mis manos.
Los tendones de mis pies, la mancha de mi nuca,
El desgarrón en mi retina, la fractura en mi nombre.
Esa voz en mis oídos: saluda y se despide.
lunes, 19 de junio de 2006
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